Yo escribo desde mi experiencia.

Había empezado a sentir otra vez ése agudo dolor en el pecho. Y otra vez me había obligado a olvidarme de él distrayéndome en otras cosas. Pero vuelve... Siempre vuelve éste estúpido sentimiento. Dicen por ahí que la naturaleza del adolescente es egoísta. Que el adolescente cree que todo lo que le pasa a él es el fin del mundo, que cree que con dos tonterías que le sucedan todo se va a ir al traste. Me pregunto si éso es lo que me estará pasando a mí. ¿Y si estoy haciendo una montaña de un granito de arena? Pero... ¿y si es que no puedo olvidarme del tema por mucho que lo intente, por mucho que me obligue a mí misma a pensar en otras cosas? Vivimos en un mundo de palabras donde, por suerte o por desgracia, no hacen falta muchas letras para armar un par de palabras. Pienso que son el arma más poderosa y cortante que tenemos, las palabras. Porque hay palabras que me hacen llorar, hay palabras que me hacen reír, hay palabras que me hacen pensar y dubitar... Pero, todas, sin duda, todas las palabras son hermosas. Todas y cada una de las letras que conforman las palabras son maravillosas; éso es lo que pienso. Todas las palabras han dado origen a muchas situaciones diferentes; algunas buenas, y otras no tanto, qué más dará. El caso es que sin ellas no seríamos nada. Sin cada una de las bellas letras y palabras que han dado lugar a ésos casos, no hubiésemos sido nada en la vida. ¿Os imagináis cómo sería un mundo en el que fuésemos incapaces de comunicarnos? Sólo podríamos hablarnos por gestos... ¿Cómo expresaríamos ésos sentimientos de dolor que tantas veces se ciernen sobre nosotros?

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