
Las certezas de que todo ésto es real son lo que más duele de la situación. Muchas de las palabras que me han dicho me taladran el cerebro todo el día y soy incapaz de librarme de ellas impunemente. A lo mejor es que mi madre tiene razón, y me tomo las cosas demasiado a pecho, pero no puedo evitarlo. He sido herida por toda clase de personas, unas más fuertes y otras más débiles, pero herida, al fin y al cabo. Y sus palabras me han atravesado como una dura roca contra mi pecho que me ha comprimido durante muchos, muchísimos meses, y muchísimas noches. Ahora la roca incrustada se ha transformado en un duro nudo en mi garganta que hasta me impide llorar. ¿Te lo puedes creer? Me impide llorar. He estado mucho tiempo ahogada en mi soledad, preguntándome por qué ésto me está sucediendo a mí, por qué duele tanto, y por qué, y por qué, y mis preguntas no obtenían su respuesta nunca. Y ahora, por fin, y yo solita, he sabido hallarles respuesta. Puede sonar a tontería, pero la vida devuelve absolutamente todos y cada uno de los golpes que tú decides darle. Si tratas mal a una persona, ésa persona, el día de mañana, también decidirá pagarte con la misma moneda. Y da igual lo importante que hayas sido para ella, o para él, y todo lo que hayáis hecho juntos, no importa. Me estoy arrepintiendo de mis pecados, y no es suficiente. Pero ésto es sólo una historia más, una historia entre tantas que no será escuchada por nadie, porque, al fin y al cabo, ¿quién me queda? A todos les he acabado fallando, por unas o por otros. Me arrepiento tanto que muchas veces he estado a punto de pagar con carnes todas y cada una de mis palabras. Si no lo he hecho, ha sido por simple y mera cobardía. Porque creo que, en el fondo, no quiero morirme. Porque tal vez es la curiosidad de saber qué le pasaría a la gente sin mí lo que me mueve a seguir hacia adelante. Qué patético, ¿verdad? He sido tan horrible persona en el pasado que ahora mi alma no se puede limpiar, y el destino me golpea como respuesta. Pero yo lo admito. Admito que todo lo que me está sucediendo es más que merecido. Todas ésas noches que paso en vela pensando que podré dormirme, y podré dormirme, y me insisto a mí misma diciendo que ésta noche podré dormir, y finalmente vuelvo a caer en las redes. Mi respiración vuelve a agitarse y a acelerarse, vuelvo a no sentir mis manos y vuelvo también a no ver, a llorar y a pedir auxilio aunque yo sé mejor que nadie que no me lo merezco. A todas las personas a las que alguna vez he fallado y les he hecho daño... Lo siento. Lo siento muchísimo. Siento haber dejado de lado a mi familia a un lado, o que ellos pensaran que yo sólo les quería por conveniencia. De verdad que jamás he pensado éso, siempre os he querido y os he necesitado muchísimo. Me importabais mucho, significabais muchísimo para mí, es verdad éso de que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes... Siento muchísimo haberte dañado a ti, una persona a la que quería mucho y había estado siempre allí conmigo, por muchas cosas que dijese y por muchas veces que le fallara, de verdad que lo siento. Ahora mismo me maldigo porque no supe tratarte bien y compaginarte con todo lo demás. Papá y mamá, lo siento por haberos fallado tantísimas veces... Lo siento, lo siento. Devolvedme mi felicidad anterior... Si es que a éso se le puede llamar así.
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Nubes de papel.