
Cuando una persona se quiere suicidar, no pierde el tiempo buscando la mejor forma de hacerlo, simplemente coge un bote de lejía y se lo bebe, o se asoma al edificio más alto que encuentra y se tira. Las razones que llevan a una persona a morir abarcan un amplio abanico de posibilidades que deja volar la imaginación de la persona que lo llegue a pensar. Cuando llevas un año aguantando palos y golpes de todos los sitios, ya te das cuenta de que ni siquiera necesitas a las personas. El calor humano es innecesario, las sensaciones de felicidad y amor carecen de sentido, y las ideas psicópatas cobran vida en la mente. No quieres que se solucionen las cosas y punto, simplemente quieres morir. Y lo quieres ya, pero no puedes hacerlo, porque incluso para éso careces de valor. Si los días empiezan rotos y aún así se siguen rompiendo, la vida se hace insostenible. Toda esperanza ha sido tirada a la basura, cualquier mínimo abismo de dolor se convierte en una brecha imparable que hace mella, y ya ni el tiempo es capaz de curarlas. No eliges desarrollar sentimientos, pero cuando una semilla de un mal sentimiento brota en ti, es algo... mágico. Imparable y mágico. He soportado traiciones, gestos, actos, indirectas, miradas y sucios momentos. He aguantado burlas e insultos, noches de dolor y noches de ausencia en las que no precisas nada ni a nadie. He cargado sobre mí el peso de la soledad, de la humillación y de la nostalgia tanto tiempo que es increíble que no me quede una pizca de fuerza en el cuerpo. Me he quedado tan sola tantas veces... ¿Por qué no había nadie para consolarme las noches que me tapaba la cabeza con la almohada y deseaba que el mañana no empezara nunca? ¿Por qué cuando pudieron tenderme una mano y sacarme de ésta pesadilla no lo hicieron? ¿Por qué todo? ¿Cuál es el sentido real de todo? Quiero ser nueva. Limpia y pura. Quiero ser libre. Quiero desatarme de las cadenas que me atrofian y me desgarran por dentro, y que nadie puede ver. Cualquier mínimo contacto con el aire me quema la piel y me perfora los oídos, es como si estuviese acostumbrada a vivir en mi espacio de nada. Todo un año esperando a que todo terminara por fin, aguantando pesadillas, malas sensaciones, malas caras, sonrisas falsas... Y cuando por fin creía que todo podría solucionarse, ellos no estaban allí. Vida, ¿por qué me has convertido en una persona débil? ¿Cuándo fue el momento, el minuto, el segundo exacto en el que perdí la sensibilidad y me convertí en la persona hueca y rota que soy ahora. Me siento completamente vaciada por dentro, esperando como una condenada a muerte que llegue el momento en el que todo acabe. Pero se arrastran los horribles sentimientos como una bola de cemento a mi espalda. ¿Qué pasará cuando el ansiado momento llegue, y quizás determinen que no me lo merezca? ¿Qué pasará si llega el momento y no estoy acostumbrada a la felicidad? Dime, contéstame, respóndeme a una cosa, ¿dónde estaban cuando yo lloraba? ¿Cuando yo lo pasaba mal? ¿Dónde está el calor que me falta? Sólo quiero estar lejos de todo, sólo quiero alejarme de cualquier tipo de fuente de dolor. No necesito cariño, no necesito besos, ni caricias, no necesito abrazos y un hombro amigo en el que llorar. Ya no. Necesito despojarme de todo, de la vida, de mis ojos, de mis manos, de mi cuerpo. Quiero ser una persona nueva, quiero poder sentir algo. La comida se deshace en mi boca y no me sacia, y noto que los golpes ni siquiera los sufre mi piel. Me tambaleo entre la vida y la muerte como cualquier humano más, y ésta humana suplica, otra vez, como muchas otras noches ya ha hecho y seguirá haciendo.
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Nubes de papel.