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Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

domingo, 23 de octubre de 2011

Soy una persona fácilmente reemplazable.

Llevo mucho, mucho tiempo estudiando el concepto de ser humano, de sus sentimientos, de sus incertidumbres, de sus pesares... Llevo muchos, muchos meses fijándome en su comportamiento, en sus gestos, en sus expresiones... Nada me es desconocido. Podría decirse que soy una simple y mera observadora pasiva. Pero hay algo que he aprendido y que jamás podrá salir de mi mente: me gustaría ser como ellos. Me he esforzado de todas las maneras posibles por actuar como ellos. Por ser igual, por usar sus muletillas, por comportarme igual que ellos... Y no ha sido suficiente. Tal vez es que debería dejar de engañarme a mí misma y ser yo. Pero es que ser yo tampoco funciona. Me ha sucedido muchas, muchas veces, de pequeña. En un grupo de tres personas, siempre sobraba alguien y siempre tenía que ser yo. Y en un grupo de muchas personas, también sobro yo. Siempre, siempre, siempre. Daría muchas cosas por ser como la mayoría de ellos; por compartir sus gustos, su forma de vestir, su amistad tan sincera y limpia... Pero es que yo no sé ser tan especial para la gente. No sé cómo comportarme en las situaciones, siempre tengo mucho miedo a meter la pata, a fallar, a no ser aceptada. Y creo que ésa presión es la que me fuerza a cerrarme en banda. Ya no se le puede llamar siquiera miedo. Es una fobia permanente que me acompaña siempre y ya apenas me deja respirar. Y... no sé. Algún día me gustaría saborear y paladear en mis carnes lo que significa ser aceptado por todos. Un día experimentando ésa sensación sería más que suficiente para mí. Un día sin que recayeran en mí ésas miradas que no sé lo que pretenden decirme: si están a gusto, o si están deseando que me vaya. Siento que me estanco mientras escribo... Es curioso, ¿verdad? La forma en la que los adolescentes desarrollamos nuestra vida. Creyéndonos el centro de todo, creyéndonos que nuestras dificultades son las mayores de mundo y que nadie habrá sufrido ni sufrirá más que nosotros nunca jamás. Luego, con el tiempo, acabaremos fijándonos en cosas más importantes y admitiendo que, en el fondo, no nos queda otra más que seguir hacia adelante pase lo que pase, porque así es la vida y, por mucho que lo pretendamos, las cosas no se arreglarán por muchas veces que recemos juntando los dedos fervientemente. Quizás es ésa resignación la que hace que nuestras vidas vayan tan mal...

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Nubes de papel.