
Si tuviera que acordarme de todas las frases que he ido gastando entre pensamientos que van y vienen, jamás podría llegar a recopilarlas todas con exactitud. Echo de menos muchas cosas, echo de menos la gente limpia y transparente, la gente en la que sabes que podrás confiar, y no la gente que, mientras hablas, se mira, y tú te preguntas que qué dirán. Echo de menos estar a gusto en un sitio, poder ser yo misma, hasta querer comer. Ojalá hubiera sido capaz de adaptarme a un sitio tan extraño. Por éso, si veo que algo me inspira, huyo. Estoy cansada, frustrada, podría incluso decirse. No consigo nunca ninguna de las metas que me propongo, y estoy realmente amargada, es lo que dicen todos. Pero es que no puedo salir a flote por mucho que digan que una vez que has tocado fondo ya sólo puedes subir. Éso es mentira, una vez que estás abajo, puedes mantenerte abajo todo el tiempo que sea. ¿Que qué me gustaría ahora? Pff, hay tantas cosas que me gustaría contar y que no me atrevo... Es una frustración y una quemadura constantes los que laten en mi pecho y que no me dejan vivir. Quiero conocer nuevas cosas, atreverme a decir las que no quiero y cambiar de personas, personas que me hagan recobrar la fe en cosas que ya creía perdidas. Siempre lo hago, y me lo repito, y no puedo evitar pensar muchas veces... ¿qué hago mal? ¿Será mi pelo? ¿Mi cuerpo? ¿Mis labios? ¿Mis ojos? ¿Mi nariz? ¿Mi pelo? ¿Mis palabras? ¿Mi sonrisa? De verdad, no consigo entenderlo, nunca sé qué hago mal y éso me frustra, nadie quiere ayudarme a superarme, necesito, de verdad, un cambio de aires...
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Nubes de papel.