-

Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

domingo, 9 de octubre de 2011

El amor concede a los demás el poder para destruirte.

Había pocas noches en las que llorase tanto que mis ojos adquirían un dolor tan agudo... Ni siquiera cerrándolos me libraba de la presión dura y fuerte que ejercía la nada contra mí. Ésas eran las noches que me aterraban. Antes de dormir siempre caía un bote de pastillas entero, para no pensar en nada cuanto antes y dormir, dormir y no volver a pensar en nada más hasta la mañana siguiente. Pero ahora ni mi subconsciente quería dejarme en paz. Ni siquiera borrándomelo de la mente con fuerza había sido capaz de olvidarme de todo lo que había sucedido. Siempre me han dicho que era una niña... Una niña muy sensible que necesitaba que se la llevaran de la mano para tomar sus propias decisiones, y cuando la sueltan, comete muchos errores... Pero es que no puedo, no puedo hacer nada más. No puedo seguir hacia adelante. Querer no es poder. Pero es que yo creo que ahora ni siquiera quiero... No sabía con qué palabras exactamente definir aquellas situaciones. Aquella conversación había sido la más dolorosa que había experimentado en mucho tiempo. Siempre me habían asustado ésas veces que preguntaba: "¿Me quieres?". La respuesta siempre había sido que sí. Pero luego... Luego le perdimos el miedo. Ésta vez las palabras salían de mi boca como si me estuviera atragantando, como si realmente no quisiera preguntarlo, pero debía hacerlo. Tenía que saberlo. Y lo hice. Silabeé con cuidado las letras entre los sollozos que hacían que mi pecho subiera y bajara con una velocidad dolorosamente pausada. La respuesta que obtuve me dejó sin aliento: "No... Lo siento." ¿Por qué? ¿Por qué ésas tres palabras eran capaces de desgarrarme con tanta fuerza que pareciese que me fuese a morir? Y las lágrimas brotaban con fuerza de mis ojos, confusas por todo el dolor que representaban. No podía ser posible. Y luego... Luego vinieron más cosas. Más dolor, más dolor que yo me tragaba como una estúpida. Allí parada, traspasada por todas las verdades que se habían acumulado y ahora se soltaban una detrás de otra, como balas que se quebraban en mi cabeza y estallaban entre alaridos de dolor que jamás proferiría. Y, sin comerlo ni beberlo, me encontraba prometiéndolo. Otra vez prometiendo cosas que sería incapaz de cumplir. "Si me prometes que estarás mejor sin mí, no te llamaré más, te lo prometo." Y lo hacía... Decía sin parar un millón de promesas. Y él las aceptaba. Me decía que no me quería y se despedía diciéndome: "Te quiero un montón...".

Follow me on Twitter ♥

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nubes de papel.