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Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Mi corazón enfrascado en una botella, sin latir, sin sentir, sin odiar, sin amar...

Qué quieres que piense... si yo pienso que es éso lo que ha pasado. Que he naufragado en mi barco de felicidad en la playa de los sueños y he visto que allí el agua era más dulce y he decidido quedarme. Mira que siempre he odiado las comparaciones náuticas, todo se vuelve tan frío y oscuro de repente... Amo cuando me siento completa, aunque sea una vez cada mes, me da igual, es una sensación tan plena que me hace gritar de alegría; escucho los relojes y, aún sabiendo que el tiempo tarde o temprano se acabará, sigo disfrutando como si cada segundo fuese oro con el que me bañan. Muchas veces atisbo una sensación de plena satisfacción en mí que me hace preguntarme realmente muchas cosas. ¿Quién decide lo que está bien y lo que está mal? ¿Por qué tengo que estar encerrada en éstas paredes con tentáculos que me atrapan y me estiran de las extremidades? He pensado muchas veces en quitarme la vida, para qué nos vamos a engañar, y una vez que ése pensamiento ronda mi cabeza, lo más decepcionante es que no he conseguido llevarlo a cabo. Tal vez es porque amo demasiado la vida humana como para dejar escapar una más, odio a los débiles y odio verme flaqueando. Siempre he opinado que es de mal gusto dejar que una persona se muera, pero al fin y al cabo, morirse por fuera y morirse por dentro supongo que será lo mismo, me encuentro podrida en mi interior como una manzana agridulce. En realidad... ni siquiera me considero muerta, es difícil declarar clínicamente cómo estoy ahora. Las palabras limitan mi situación y me gustaría expresar lo máximo que siento. Un trocito de realidad no me vino mal, el problema es que cuando la arranqué del techo se me vino encima toda la losa que sujetaba el universo. ¿De verdad? No pensaba que un palazo pudiera llegar a ser tan fuerte ni hundirme tanto. Hay días en los que el oxígeno ya ni siquiera alimenta ni puede hacer nada por mantenerme con vida, es entonces cuando estallo y digo que me quiero morir y que el camino se tuerce y por más que corro, no lo voy a saber alcanzar.

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Nubes de papel.