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Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

martes, 23 de abril de 2013

En silencio me aferro a lo que un día fui.

Una retirada a tiempo también es una victoria. Saber cuándo tienes que apartarte de enmedio porque molestas también es acertar, es ser valiente y admitir que hay ciertas cosas que no pueden ser. Yo hace tiempo que admití que he nacido para estar sola, para no tener amigos ni amigas, para estar condenada a fingir todos los días la misma sonrisa, actuando como la persona que no soy y ante situaciones que no me gustan. Pienso en todo el tiempo que me queda de estar así y lo único que me apetece es confinarme en una celda hasta el fin de mis días. Sé que no debería hablar así, sé que hay muchas cosas que me están esperando ahí fuera, y que muchos dirán que soy joven aún para amargarme, pero no quiero seguir andando hacia adelante sin obtener nada a cambio. He pasado la vida haciendo hechos sin obtener resultados, dándolo todo a cambio de nada, sintiéndome sola a cada minuto teniendo que fingir ése dolor del que soy partícipe todos los días. ¿Por qué duele tanto la soledad? ¿Por qué nos afecta tanto el tener que enfrentarnos a nosotros mismos? Llevo demasiado tiempo con mi única compañía y ya puedo decir que soy desagradable para cualquier persona y que comprendo que nadie quiera acercarse a mí, ni siquiera para hablar de cualquier tontería en particular y matar el aburrimiento. El Invierno de mi vida es triste y no sé cómo apagarlo.

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He dejado de creer que en algún momento las cosas se arreglarán.

Decepción tras decepción, una tras otra, sin parar; todo por tener demasiado altas las expectativas. ¿Qué espero de la vida, qué espero de los demás, qué espero de mí misma? ¿Por qué nada sale como yo lo deseo, aunque ponga mucho empeño, ganas y todo mi deseo? Estoy harta, cansada, frustrada, demasiado dolida como para seguir adelante, pero mis palabras no sirven de nada si sé que pase lo que pase deberé seguir caminando en el sendero de la vida porque, en realidad, no quiero quedarme atrás. Aún tengo muchas cosas por vivir, muchas cosas por hablar y muchas cosas que contar a la vida. ¿Será verdad o será que estoy condenada siempre a ser ésa niña solitaria, a la que a nadie le interesa ver ni con la que nadie desea hablar? ¿Desaparecerá alguna vez éste miedo a seguir avanzando? ¿Alguna vez podré hablar con la gente sin ése miedo a ser juzgada? Preguntas y más preguntas que se me amontonan en la mente y no sé sacarlas, ni ponerlas en orden, ni nada. Tan sólo me sale dormir y poder olvidarme de todo lo que me rodea durante unas horas. Ésa sensación de que siempre habrá alguien por encima de ti, de que hagas lo que hagas siempre habrá alguien mejor, alguien que te superará... es tan horrible que me cala en los huesos. No puedo dejar de pensar en cómo habría sido mi vida si no hubiese tomado ciertas decisiones y hubiese cometido ciertas equivocaciones. Porque por mucho que me lo prometa a mí misma y a los demás, no puedo mejorar. Estoy condenada a hundirme en éste pozo sola, en silencio.

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lunes, 15 de abril de 2013

Los que estamos acostumbrados a la soledad somos los únicos que valoramos la compañía.

Tener el constante sentimiento en la cabeza de que las cosas jamás se arreglarán es totalmente frustrante. No poder avanzar hacia adelante, tener ése  miedo permanente a los demás, no poder hablar sin que te tiemblen las piernas, es horroroso. Estar tan sola, la soledad te carcome y en realidad lo que más quieres es compañía, pero cuando estás acompañada te encuentras tan incómoda que no puedes ni hablar con normalidad. ¿Cómo se supone que he de avanzar, cómo puedo recapitular y andar hacia adelante sin que nada me afecte ni me duela? Llevo demasiado tiempo pidiendo una inmunidad que creo que jamás me van a otorgar, y éso me quiere frustrar de nuevo. No puedo hacer nada para evitarlo y quizás sea que esté condenada siempre a estar así de sola, quizás es que mi mente es tan compleja que no pueda permitirme ni siquiera tener una mísera compañía a mi lado. Todos los problemas están divididos en dos, tampoco puedo comprenderlos ni hacer de ellos mis aliados para conseguir lo que quiero en la vida; tal vez tengan razón y esté condenada para siempre a ser un fracaso permanente, algo que no merece la pena mirar a la cara siquiera. No quiero fingir más sonrisas...

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Mis sueños me mienten y yo odio las mentiras.

Parar en seco, cerrar los ojos y notar cómo ése sentimiento te va invadiendo y reconcomiendo poco a poco por dentro. Notas que todo alrededor gira y tú estás estancada en el mismo paso de siempre: ahí, quieta, sin desarrollarte, sin vivir nada, simplemente en un estado de espera constante del que por mucho que quieras y te intereses no puedes salir. Y ya en lo único que se basa mi vida es en fingir y actuar, como si fuese una mera representante de una función que se está desarrollando constantemente, y de la que yo no puedo cambiar el guión. Imagino durante horas y horas mi vida perfecta, imagino cómo comportarme, cómo responder a las preguntas de la gente, imagino mi aspecto, lo imagino todo, pero luego me cruzo con la cruda realidad y todos mis sueños se van al garete, y éso duele. Porque a la hora de la verdad nadie es tan valiente que sepa representarse a sí mismo, porque estoy cansada de ser yo misma y que me hayan menospreciado y tratado como alguien enfermo, alguien inferior e incapaz de mostrar sus verdaderos sentimientos. Quisiera negar todo lo que digo y sacarlo hacia afuera pero ya me es imposible porque me he quedado para siempre enclaustrada en éste papel de niña feliz que no me gusta nada representar... Estoy hablando de nada.

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miércoles, 10 de abril de 2013

No hay peor sentimiento que el de pensar que eres la culpa de todos tus problemas.

Fingir. Fingir que nada importa, que nada duele, que eres una pared infranqueable y que todo es producto de una imaginación puramente dotada. Actuar como si te trataras de una actriz en una película interpretando un papel día tras día, cansada de tantas decepciones, de tanto dolor, de tantas lágrimas, de tanta vida vacía sin nada con lo que llenarla. A primera vista todo es fácil, resulta fácil cuando sólo se trata de fingir cuando tienes que teclear unas simples palabras llenas de crudeza, siendo camufladas como si se trataran de unos soldados en una trinchera. Pero luego llegarán los peores pasos, luego llegará el momento de actuar en persona, de fingir ésa sonrisa que se clava en el corazón y mata poco a poco como si fuese un veneno. Luego estarán todas aquellas veces en las que me meta debajo del edredón a llorar y preguntarme por qué sigo hacia adelante si ya no tengo ningún motivo, si me encuentro más sola y desesperada que nunca y me hallo sin ganas de continuar actuando como la persona que no soy. Me pregunto si llegará el día en el que esté sola de verdad y no tenga que fingir, el día en que pueda encerrarme en mi casa tranquilamente y llorar hasta que me duelan los ojos y matarme de hambre y de sueño, no tener que hacer nada, no tener que decir nada. Encerrarme en mi propia jaula para ser libre como un pájaro, libre de poder llorar todo cuanto quiera y como quiera, sin tener que ocultarle mi cara a nadie.

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