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Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Los muertos nunca acuden a su propio entierro.

Son éstos momentos en los que no sabría qué sentir por dentro: dolor, odio, rabia, impotencia, felicidad descontrolada... Todo se me amontona en el pecho y no hay manera de sacarlo ni una vía rápida que me elimine un poco ésos pinchazos de los que tanto me quejo. Porque abrir una mente, sacar lo que realmente hay dentro de ella, es muy difícil, requiere años de práctica y una gran voluntad; ésto es fundamental, porque si no, verdaderamente jamás conoceremos su contenido. ¿Qué deseamos todos y cada uno de nosotros? Realmente, ¿cuáles son nuestras preocupaciones cuando nos metemos en la cama y cerramos los ojos para disponernos a dormir? Las de muchos serán estar preparados para ése examen tan difícil que tenemos mañana y para el que hemos estado mucho tiempo estudiando; las de otros, sin embargo, serán tener suerte en ésa entrevista de trabajo que les pueda sacar de su crisis económica; muchos otros y muchas otras estarán pensando en el estresante día que les deparará el mañana en el que apenas si tendrán tiempo para tomar un café tranquilamente. ¿Y yo? ¿En qué estoy pensando yo? Sencillamente no veo el futuro, no veo el mañana, ni siquiera veo el presente, ahora está todo tornándose de un color oscuro que me asusta y me cala en los huesos. Me da miedo equivocarme siempre en las mismas cosas, porque no suelo ver la boca del lobo hasta que estoy dentro de ella y siendo masticada. Y, aún así, me dejo tragar, me dejo llevar por mis sensaciones, por mis instintos, por mis dolores hasta que ya no puedo más y todo acaba en un nuevo torrente de lágrimas.

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Nubes de papel.