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Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

lunes, 15 de octubre de 2012

El corazón ya va mejor, sólo duele cuando late.

Desesperación. Pensamientos acumulándose y entonces es cuando las lágrimas te estallan. Has decidido que ya no puedes más, que ésto se tiene que acabar ya y que los pensamientos tienen que irse para no regresar nunca jamás, sin dejar rastro alguno. Te has dado cuenta de que mantenerte en pie es algo insignificante, es un hecho que no releva nada, que no lleva a nada. Y entonces te levantas, corres, gritas, te tiras del pelo con tanta fuerza que ni te das cuenta de que te estás haciendo daño. Las lágrimas rabian por tus mejillas, tienes miedo, tienes dolor, tienes pánico, te estás tragando toda la sal que sueltas por los ojos y te vas a deshidratar pero te da igual. Por más vueltas que das sólo ves paredes aquí y allí que te frenan, que no te dejan irte, que te atrapan como si fuesen enredaderas alrededor de tu mente. Vas a morir si sigues aquí más tiempo, vas a rebentar de dolor si pasas dos segundos más aquí. Golpes a las paredes, porrazos, gritos, llantos, súplicas, más tragos amargos. Arañas la pared, quieres que desaparezca de ahí, quieres que al mirar por la ventana no esté ése paisaje, ni siquiera quieres que haya ventana. Se te deshace la lengua en la boca y eres incapaz de balbucear palabra. Más golpes, más porrazos, el espejo está en el suelo roto porque es un traidor y un mentiroso. Más lágrimas en silencio, más dolor que te tragas como si fuese aguardiente que fluye por tu garganta; el nudo que tienes te ayuda. Todo debería desaparecer, todo debería disiparse en la nada. Y antes de que te das cuenta ya te has caído rendida en el suelo entre lágrimas, y el espejo sigue en la pared mirándote.

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Nubes de papel.