El dolor ciego recorriendo mis entrañas y comiéndoselas como si se tratase de una diversión para él. La soledad carcomiéndome y consumiéndome como si yo fuera una vela encendida esperando su final. Miro hacia adelante. ¿Qué veo? No hay futuro, no hay sonrisas, no hay alegrías, pero tampoco hay penas. No hay absolutamente nada, todo está oscuro y ésto me quita ganas para seguir andando hacia adelante. Quiero ser fuerte y salir de ésta tortura, que mi mente no viaje tanto ni quiera dar tantísimas vueltas, que todo se detenga en un instante y que las tardes de dolor autoinflingido terminen por fin. No quiero más palabras misericordiosas, ésas que intentan demostrarte la dulzura de un: "Todo irá bien, sólo tienes que olvidar", ésas que la gente piensa que te sacarán de tu infierno y te ayudarán un poco, porque no es así. La gente no entiende la crudeza de ésto y creo que tampoco quiero que lo entiendan. Mi diario está lleno de páginas arrancadas y mojadas por el paso del tiempo. Todo es verdaderamente lento. ¿Cuánto tiempo más habrá de pasar para que mi piel se endurezca y me haga una mujer de verdad, de ésas a las que no les afecta para nada lo que dirá la gente? Me pregunto tantas veces al cabo del día cuánto tiempo le queda a mi vida, que creo que ya no necesito más segundos. Ése tiempo muerto es todo lo que necesito y todo lo que nadie puede ni podrá proporcionarme nunca. Quedan pocos minutos, breves instantes, y yo no sé aprovecharlos como debería.
Follow me on Twitter ♥
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nubes de papel.