La herida está ahí, abierta. Está ahí porque yo la estoy viendo y la estoy notando desgarrarme la carne. Pero tengo que dejar que duela. Ahora tengo que esperar a que me echen sal y alcohol y gritar todo lo fuerte que pueda. Pero no puedo huir de ella porque la seguiré llevando conmigo, allá donde vaya, allá donde esté, la herida y su consecuente cicatriz estarán conmigo recordándomelo todo el rato, por mucho que yo me quiera olvidar de todo el dolor. Quieta, me quedo quieta y me paro a examinarla cuando tengo tiempo. Está llena de todo tipo de malos sentimientos: dolor, odio, resentimiento, rencor, pena, nostalgia, melancolía, aflicción, incertidumbre, insatisfacción, amargura, resignación. Está manchada con rastro de todo tipo de personas que han pasado por mi vida y que estoy condenada a recordar siempre. El ser humano es un animal espantoso. En mi opinión es el peor ser que ha creado la naturaleza. Preferiría mil veces tener que defenderme a base de zarpazos antes que con palabras. Las heridas de guerra acaban sanándose en un tiempo y acabas olvidándote de ellas, pero las palabras se incrustan como si fuesen metales ardiendo debajo de la piel, y llega un momento en el que no puedes soportar su incandescencia, pero seguirán ahí aferradas a ti como si de ti misma se tratara...
Follow me on Twitter ♥
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nubes de papel.