Dejé atrás todas las verdades. Todas las certezas, todos los dolores, todas las cuchilladas en el alma y todas las desazones interiores. Quise abandonar todos los malos sentimientos, a todas aquellas personas que alguna vez me utilizaron o se aprovecharon de mí. Cerré los ojos y lo hice todo a un lado con las manos, empujándolo con fuerza, apretándolo en el último rincón de mi armario, hasta que pensaba que ya no quedaba una gota de mi anterior vida aquí dentro. No podía seguir así, aguantando las puertas del armario para siempre, esperando que el peso no se cayese. Había que quemar las cosas, había que empezar nuevas etapas, nuevas ilusiones, nuevos méritos, nuevas sensaciones... Pero de nada servía. El pasado siempre volvía allí, siempre volvían a quemar ésas cicatrices que me recordaban que todo lo que había sucedido era real y verdadero, que estaban allí. Pero no podía aceptarlo, me negaba a pensar que había desperdiciado gran parte de mi vida en ésas tonterías. Todas aquellas palabras que se me habían incrustado en el pecho como si fuesen navajas afiladas, querría sacármelas, tirarlas, olvidarlas. Poder y saber perdonar es un arte al que no muchos están dispuestos a abrirse, por desgracia. Y hace mucho tiempo que habían querido enseñarme que las cosas no son o negras, o blancas, y que también existe el color gris; y que si una tiene un día malo, puede pasarse enseguida y ya está. Pero no, yo debía ser tan dramática como siempre y hacer una montañita de éste estúpido grano de arroz que no se puede mover. No puedo continuar, estoy bloqueada, necesito salidas. Y lo peor de todo es que yo misma me estoy cerrando todas las puertas. Estoy abatida otra vez. Otra vez estoy pensando.
Follow me on Twitter ♥
Ask me in FormSpring :D
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nubes de papel.