Llenarte de rabia, tragártelo todo y romper a llorar.

Me estoy quedando sola. Lo peor de todo es que lo sé, me importa, y no hago nada para evitarlo. Poco a poco siento cómo ésas personas que son importantes para mí van desapareciendo, poco a poco. Al principio son simples tonterías. Todo se forma en mi mente, todos ésos pensamientos se forman allí, se traducen a un lenguaje que sólo yo entiendo, ésas comeduras de cabeza no deben ser normales... Todas ésas veces que piensas: "Con ésto, ha querido decirme ésto", "con ésto, seguramente esté pensando ésto", y es entonces cuando ya notas la saliva agria, los ojos cremosos y las palmas de las manos sudorosas. Y piensas que volverá a pasar, y entonces te enfadas. Te enfadas, gritas, te arañas, te muerdes, golpeas las cosas, pero nada te calma. Nada te calma más que llorar. Y lloro, lloro hasta que me quedo seca, y grito, vuelvo a gritar, más golpes. Más arañazos en la pared, más intentos por escapar de ésta jaula. A nadie le importa. Me estoy quedando sola y lo peor de todo es que es culpa mía porque yo lo sé, porque yo sé muy bien lo que ha pasado, porque prefiero mil veces estar así de mal por mi propia cuenta que tragarme todo el daño que ellos me hacen, primero ofreciéndome su compañía, diciéndome lo mucho que me quieren, lo buenos amigos que somos y seremos, que nunca nos separaremos, ¿y después? Ése pozo vacío que duele tanto. Ésa ignorancia en la que te sumen de repente y piensas... "Dios, ¿qué he hecho ahora? ¿Qué he hecho para merecer ésto? ¡Jamás volveré a caer en sus trampas!"; pero para entonces, ya es demasiado tarde. Has caído otra vez. Has vuelto a dejarte atrapar por sus palabras melosas, por sus promesas de: "¡Lo pasaremos bien, te echamos mucho de menos!", y resulta que todo es una burda y asquerosa mentira. Todo, todo siempre acaba destapándose y convirtiéndose en todos los miedos que se te habían acumulado durante ése tiempo. Pero aguanté, y aguanté... y ahora no quiero aguantar. No quiero caer más en ésas trampas, no me voy a dejar llevar, voy a ser fuerte, voy a aguantar, aunque tenga que estar sola mucho tiempo, qué importa; aunque digan lo que quieran de mí, qué importa, si prefiero mil veces autoinflingirme ésos daños psicológicos que sufrirlos por su parte. La peor forma de desprecio que se le puede hacer a un ser humano es la ignorancia; y más si viene acompañada de algunos pedazos de pan y agua...

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