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Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El orgullo no tiene sabor, color, ni tamaño, y, sin embargo, es lo más difícil de tragarse...

Algún día, me atreveré. Algún día conoceré a ésa persona totalmente desconocida, quizás en un club de anónimos, o algo así; pero estoy segura de que algún día conoceré a ésa persona con la que pueda echarme a llorar y sacar de mí todo lo que llevo dentro. Decir todo lo que me pasa, expresar lo que sienten mis manos, hablar en voz alta cada uno de las veces que he llorado, y no sé... Puede que ésa persona me tome por loca, o puede ser que no, y entonces puede que ésa persona esté guardando por dentro cosas que ni yo me imaginaba, y esté sufriendo como yo, y entonces los dos acabemos dándonos cuenta de que, en realidad, el dolor es efímero. Fugaz. Pero cuando cruza tu pecho un instante, es insondable y acuciante la necesidad de aliviarlo. Quizás es verdad éso de que debo ir haciéndole caso a la gente y no tomarme tan a pecho y a la ligera las cosas, pero a veces es tan inevitable que... no sé, es como un impulso natural, ¿no? Ésas veces que con una simple negación te fastidian todos los planes bonitos que ya tenías hechos, y entonces, aunque sea una estupidez, te desilusionas hasta el punto de... hasta el punto de querer morirte, o cosas por el estilo. Cada comentario te duele porque piensas que van a volver a subirte a ésa nube de dolor y de sufrimiento eternos de la que tanto te costó salir, cada negación y cada pensamiento van hacia ésa misma confirmación: "Eres una pesada. Acabarán dándote de lado por pesada, pesada, cállate ya". Y creo que acabo enfadándome conmigo misma, achacándome las culpas de todos mis dolores, y acabo sumida nuevamente en ése mar de dolor infrahumano que casi siempre acaba visitándome por éstas horas. ¿Sabéis? No hay peor dolor que ése que sientes cuando te das cuenta de que las personas que más quieres son las que más daño son capaces de hacerte. Una decepción duele, pero duele infinitas veces más si lo hace alguien a quien querías, alguien a quien pensabas que estaría siempre a tu lado, a quien estimabas como nadie. Siempre he sido utilizada. Y, la verdad, por mucho que parezca lo contrario... ya no me importa serlo otra vez. Estoy acostumbrada.

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Nubes de papel.