
Asco. Me doy asco a mí misma. En todos y cada uno de los aspectos que os podáis imaginar. Cada vez que me miro al espejo no hago más que ver ésa imagen horrible que lucho cada día por mantener a raya. Pero todo, absolutamente todo, sigue ahí. Todas las cosas que me duelen siguen para siempre ahí, no se van, por mucho que yo lucho, por mucho que yo me esfuerzo, por muchas cosas que intento hacer, siguen ahí, esperándome cada mañana cuando me miro al espejo. Y siempre que lo hago no puedo evitar que mis ojos se tiñan de lágrimas transparentes con el nuevo sabor de la decepción en mi boca. Miro mi pelo, y pienso que podría ser aún más lacio. Miro mis ojos, y pienso que aún podrían ser más grandes y claros. Miro mi piel, y pienso que aún podría ser más morena y suave. Miro mi cuerpo y... y pienso que podría ser más delgado y perfecto. Ésas curvas sinuosas, siempre están ahí esperándome. No desaparecen. Mi madre dice que lo hacen, mi madre dice que cada día estoy más delgada. Pero es que a ella no le interesa que esté bien. A ella le interesa que coma y "me deje de tonterías". Pero ella no sabe por lo que estoy pasando. Ni ella, ni nadie. Porque nadie se preocupa en saberlo. Y yo no me preocupo en contárselo a quienes considero gente cercana. Porque realmente, no hay gente cercana. Por mucho que duela admitírmelo a mí misma, ésa es la verdad. No tengo amigos. Puedo tener miles y miles de conocidos, ponerles buena cara, e incluso decirles un "te quiero" cuando convenga la situación. Pero siempre estaré fingiendo. Siempre lo estaré pasando mal por dentro, siempre estaré con las mismas a la espalda, con los mismos complejos de siempre, y con los mismos comentarios hirientes encima. Aquellos comentarios de "culo gordo", "caderas anchas", "rellenita", hacen tanto daño que las personas que los dicen no tienen ni idea de a qué se enfrentan. No saben lo que ocurre dentro de nosotros, no saben los retortijones tan horribles que nos visitan cada vez que pronuncian algo como lo que dicen. No han sido conscientes de aquel primer atracón de comida. No han sido conscientes de aquel torrente de lágrimas derramadas sin piedad mientras te arrepentías porque acababas de comer porque tenías hambre y ya no aguantabas más. No han sido conscientes de las amargas decepciones, de aquella primera vez corriendo al servicio a hundir el cepillo de dientes en tu garganta para expulsar todo lo que llevabas dentro. No han sido conscientes de la debilidad mental a la que estamos sometidos hasta el punto de querer morirnos. Hasta el punto de dolernos el vivir.
Ésta es una experiencia personal. Como ya me lo han reprochado muchas veces, lo diré una vez más: YO NO PROMUEVO NI PROMOCIONO LA BULIMIA NI LA ANOREXIA, SIMPLEMENTE CUENTO MIS EXPERIENCIAS PERSONALES Y MIS FRUSTRACIONES. Si no os gusta o vais a destruirme otra vez con vuestros comentarios hirientes, por favor, absteneos de leerla. Muchas gracias. Follow me on Twitter ♥Ask me in FormSpring :D
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Nubes de papel.