Se me escurre el mundo de entre las manos, se me cae al suelo y empiezo a gritar. Ésas pesadillas recurrentes que no me dejan dormir, los días aplastándome impasibles, la soledad arrulladora que me arropa por las noches para que pase frío... Todo se acumula y parece que se hace más fuerte en éstas cuatro paredes. Parece que nada podrá salvarme, parece que dependo tanto de ciertas cosas que me aferro a ellas y son imprescindibles para mi supervivencia. Y cuando no están, es cuando me hundo, pero hay que saber salir hacia arriba por tus propios medios y no esperar a que nadie te empuje desde abajo. Éso es lo que asegura mi madre y yo no me podría encontrar más de acuerdo con ella. Pero una cosa es decir las cosas y otra muy diferente es intentar cumplirlas, es intentar seguir al pie de la letra las instrucciones y consejos y ver que no se puede, que siempre estará ésa valla, ése impedimento que cuando ve que andas hacia adelante te dice: "Detente o todo irá mal otra vez". Es ése instinto al que me dicen que no haga caso el que siempre ronda por mi cabeza y me acosa constantemente, del que no me puedo aliviar. Siempre están ésas cosas que te tiran hacia atrás: decepciones, tristezas, miles y miles de noches llorando. Todas ésas veces son las que mi mente se bloquea y se ve incapaz de pensar. Ya se ha hecho inmune a mis "ayudas" para dormir y ni siquiera puedo cerrar los ojos. Día, pásate rápido, pero no le dejes paso a la noche, mejor deja acabar ya conmigo a la destrucción interna que me acompaña constantemente. Día, consúmete rápido y que vengan muchos más hasta que todo termine.
Follow me on Twitter ♥
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nubes de papel.