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Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Muchas sonrisas son de felicidad, otras son para mantenerse fuerte.

Se me escurre el mundo de entre las manos, se me cae al suelo y empiezo a gritar. Ésas pesadillas recurrentes que no me dejan dormir, los días aplastándome impasibles, la soledad arrulladora que me arropa por las noches para que pase frío... Todo se acumula y parece que se hace más fuerte en éstas cuatro paredes. Parece que nada podrá salvarme, parece que dependo tanto de ciertas cosas que me aferro a ellas y son imprescindibles para mi supervivencia. Y cuando no están, es cuando me hundo, pero hay que saber salir hacia arriba por tus propios medios y no esperar a que nadie te empuje desde abajo. Éso es lo que asegura mi madre y yo no me podría encontrar más de acuerdo con ella. Pero una cosa es decir las cosas y otra muy diferente es intentar cumplirlas, es intentar seguir al pie de la letra las instrucciones y consejos y ver que no se puede, que siempre estará ésa valla, ése impedimento que cuando ve que andas hacia adelante te dice: "Detente o todo irá mal otra vez". Es ése instinto al que me dicen que no haga caso el que siempre ronda por mi cabeza y me acosa constantemente, del que no me puedo aliviar. Siempre están ésas cosas que te tiran hacia atrás: decepciones, tristezas, miles y miles de noches llorando. Todas ésas veces son las que mi mente se bloquea y se ve incapaz de pensar. Ya se ha hecho inmune a mis "ayudas" para dormir y ni siquiera puedo cerrar los ojos. Día, pásate rápido, pero no le dejes paso a la noche, mejor deja acabar ya conmigo a la destrucción interna que me acompaña constantemente. Día, consúmete rápido y que vengan muchos más hasta que todo termine.

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Nubes de papel.