Me estoy muriendo. Me estoy quedando rota, vacía, hueca por dentro. Como si no me quedara nada. Estoy débil como una muñeca de porcelana, no puedo echar a andar como antes, tengo los ojos tan dolidos y pegados de llorar que ya no me importa que las lágrimas rueden por mis mejillas. "¿Por qué lloras?", me preguntan, y me pregunto yo misma. Salir de éstas cuatro paredes y ser yo misma, éso es lo que quiero. Poder caminar hacia adelante descalza, sin miedo a pisar un pincho y volver a caerme, porque no habrá nadie para levantarme ésta vez. Me pudro por dentro por momentos, y la única compañía con la que cuento es mi soledad, la que está conmigo ahora y no me abandona por muchas cosas que pasen. Por muchas personas que se crucen por aquí, las horas pasan y no hay remedio para mí. Y lo único que necesito es éso, salir y ver que no siempre es éste asqueroso paisaje, que no siempre las cosas serán así; que el mundo ha cambiado y ya no me tienen ése asco con el que me caracterizan. Ni siquiera soy capaz de encontrar palabras para definir cómo me siento y éso me frustra aún más. Los días pasan lentos, las horas me aplastan, me inflo a pastillas para poder pasar las veinticuatro horas del día durmiendo y que todo se pase más rápido aún. ¿Quiero rutina? No, tampoco quiero éso. No quiero tener que refugiarme en los libros para olvidar todo lo que hay a mi alrededor, porque lo único que consigue es que se oculte mi cara como si la de un criminal se tratase. Me gustaría saber qué me hace falta para ser feliz, por qué estoy así conmigo misma y con los demás, por qué no me atrevo a dar mi verdadera cara, por qué nadie me aprecia... por qué estoy tan sola.
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Nubes de papel.