
La vida ya transcurre de una forma parsimoniosa y abrasadora. Siempre piensas que ya no puede ir a más, pero siempre continúa hacia adelante, nunca se detiene; la Tierra nunca deja de dar vueltas sobre su eje. Y tú no tienes más remedio que seguir hacia adelante pase lo que pase, porque así es la vida. Ya has perdido toda esperanza de mejorar tu vida (si es que alguna vez la has tenido, claro), y siempre te ves envuelta en el mismo atajo de situaciones y de personas... Siempre el recreo, siempre sentada mirando hacia adelante ansiando que todo cambie y que cuando vuelvas a casa las cosas no sean como son. Miras a tu alrededor, y te encuentras lo mismo de siempre. Grupos y grupos de amigos y amigas que se tienen los unos a los otros, que se apoyan, se quieren, pueden contarse siempre todo lo que quieran, salen de fiesta, dan paseos... Y tú, que tuviste alguna vez la mínima esperanza de haber tenido uno de ésos grupos en los que todos eran queridos por todos, ya tiras la toalla, porque ves que es imposible "ingresar" en uno de ellos. Y te acabas frustrando y poniéndote triste como todos los días. Hay días que darías hasta lo imposible por tener una simple voz que te escuchase, por tener un mínimo problema como el que tienen ésas personas que te rodean... Ansías con todas tus fuerzas haber pertenecido o pertenecer algún día a él, porque la soledad ha acabado contigo y con todas tus posibilidades de tener algo a lo que aferrarte. No te queda más que quedarte parada, quieta, sentada mirando a la nada esperando que algo interesante pase (¡y no siempre pasa!). Ya te ves tan arrastrada por la rutina que quejarte te sabe ya insípido y no tienes ganas más que de dormir, dormir y dormir todo el rato para que se te olvide de una vez todo lo que te está pasando. Pero lo peor de todo no es que estés más sola que la una, lo peor de todo es tener ésa certeza punzante en el pecho de que la culpa no es más que tuya. No haces más que achacarte las culpas de tu personalidad, de ser como eres, del cuerpo que tienes, de todas las cosas que tú provocas con tus palabras. Y es que hay días que matarías por un amigo, por una simple persona que te escuchase aunque fuera un poco.
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Nubes de papel.