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Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve a por ello y punto.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Si sigo así durante mucho tiempo creo que me moriré de tristeza.

Hay dos cosas en el mundo que estaría dispuesta a afirmar su veracidad con toda mi alma: el dolor y la lucha. Me mezo entre instantes de constante balanceo que me ofrecen un sinfín de posibilidades y que nunca terminan. Es éso cierto, que el dolor no es palpable pero sí es sufrible y cuando brota en ti es... es casi espontáneo el hecho de alimentarlo. Ver cómo insensiblemente los demás te niegan lo que más quieres en éste mundo es desgarrador para el corazón. Ver cómo has abandonado tu cuerpo para observarte desde fuera cómo te pudres por dentro es una experiencia sin duda traumática y poco encomiable. Todas las noches cuando aprietas la cabeza contra la almohada te ves contra lo mismo: inseguridad, miedos, deseos de escapar de la jaula. Echas de menos los momentos en los que en la jaula te encontrabas rodeada de ésas personas que podían ayudarte y están dispuestas a ello, pero la jaula te ha transformado en un ser horrible, un ser sucio y despreciable, y ahora no te mereces la libertad. La desesperación hace que hagamos cosas horribles, y éso tiene un precio sobre el alma. Han pasado muchos meses. Ya ni siquiera se trata de sobrevivir, sino de vivir. Veo muerte y llantos a mi alrededor, y yo sólo quiero discutir... Ya no existen los sentimientos, existe sólo la maldad. Estoy cumpliendo mi castigo y yo sólo quiero libertad; estoy entre mis rejas y yo sólo quiero mi libertad. Estoy cumpliendo mi castigo hasta el final, aquí la muerte es demasiado lenta. Quiero olvidarme de mi cárcel, de mi recuerdo, del nudo de mi garganta, del dolor de estar aquí presa sin nada que hacer. Me he cansado de luchar contra las cadenas que me aprietan, porque cuanto más quiero salir, con más fuerza me agarran. Mamá, papá, estoy cansada. Mamá, papá, de verdad que yo ya no puedo más, de verdad que estoy a punto de darme por vencida y no sé cómo seguir adelante. Decís que me comprendéis y en vuestra mano está salvarme, entonces... Entonces, ¿por qué no lo hacéis? ¿Por qué me encerráis y me ahogáis entre negaciones y dolor? Estoy pagando duramente mis pecados, por favor, tened compasión, no sé de qué manera pedirlo. Pero lo necesito... Ansío con tanta fuerza salir de éste sufrimiento, no lo podéis imaginar. Dadme un poco de color para mi corazón, que necesito salir y sentir que estoy viva.

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Nubes de papel.