Se sentía tan mal después de que rompieran su sueño de cristal, se sentía tan sola encerrada en aquellas cuatro paredes llenas de eco que repetían una y otra vez todas las verdades a las que tanto temía. Se sentía tan frustrada desde que decidió aceptar la realidad... Se sentía tan perdida aquellas noches eternas de soledad. Se sentía tan triste desde que había descubierto lo que es la vida... Todos y cada uno de sus sueños, hechos mil pedazos de cristal y tirados con crueldad a la basura. Quería cerrar los ojos y que todos sus sueños se recompusieran y se hicieran realidad. Pensaba que todas ésas visitas eran suyas, pensaba que si miraba a través del cristal, si se fijaba mucho, podía ver su nombre grabado en su corazón. Pero se equivocaba, y pensaba que todo era cuestión de tiempo, pero el tiempo pasaba y el día no llegaba, y éso la entristecía, y se apoyaba en los trocitos estrellados de sueños. Miraba el cielo y contaba astros, esperando y esperando que pasase una estrella fugaz. Y cuando se reía, lloraba por dentro, necesitaba dejar de soñar o un milagro. Creía que aquellas memeces nunca se harían realidad, buscaba con constancia sus manos, sus ojos, su piel. Porque ella le dio su vida, su tiempo, sus palabras, sus sentimientos, sus sueños, sus miradas, sus pensamientos, sus inquietudes, sus miedos, sus sonrisas... y si corazón.
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Nubes de papel.