Vida, llévate todo ésto que me estás ofreciendo. Llévate todos mis problemas, te los cambio por el peor castigo que tengas preparado para el peor asesino del mundo. Llévate también los pensamientos negativos, el dolor del pecho, el nudo en la garganta que acumula lágrimas, llévate también mis costillas, llévate todo lo que quieras pero retírame el velo del dolor que me sacude todas las noches. ¿Todo el mundo hace éste tipo de cosas? Quiero saber que a todo el mundo le pasan y que no soy el único bicho raro que aprovecha la ausencia de la presencia por las noches para hundirse debajo de ésas sábanas suaves y dar rienda suelta a todo lo que duele, a todo lo que no importa, a todas ésas lágrimas que han sido sostenidas durante el día para perderse en la oscuridad; o que simplemente han sabido esconderse debajo de un chorro de agua. Ésas mismas que después te limpias como si fuesen un cáncer y sales a la calle con la cara hinchada pero sonriente, fingiendo felicidad, sabiendo que ya todo está en calma pero el corazón sigue sucio y maltrecho, palpitando como buenamente pueda. Ha habido muchos días en los que he deseado morir, e incluso aquellos que todo el mundo pensaría: "Hoy está feliz, hoy no ha pasado nada, hoy todo está en calma", por dentro, mi interior andará gritando y suplicando morir. Morir. En ése sentido de la palabra. Suene lo duro que suene. Morir. Morir sin importarme el mañana, el hoy, ni nada.
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Nubes de papel.